sábado, 13 de febrero de 2010

Vergüenza de ser radical

Hace mucho tiempo que me sentía incómoda siendo radical, sobre todo teniendo que admitirlo. Sentí vergüenza del legado que dejó el gobierno delarruista, ni se me ocurrió votar por la fórmula Lavagna-Morales, en esa oportunidad voté a Solanas. Lo cierto es que siempre desconfié de la capacidad de Morales, hoy además lo repudio y considero que solo es posible que haya presidido el radicalismo a nivel nacional por la enorme decadencia de su dirigencia. Decadencia que no considero que sea solo de liderazgo sino también ideológica, puesto que en estos años han dado la espalda a políticas que en otros momentos habrían auspiciado o apoyado.
Pero lo peor de todo, lo que me ocasionó la vergüenza mayor, insoportable, al punto de dejar de considerarme radical, fue la posición adoptada en el conflicto por la 125 y después toda la vergonzosa campaña liderada por Silvana Giudici contra la Ley de Medios y a favor del grupo Clarín, a cuyos intereses también favoreció el radicalismo durante el llamado conflicto del "campo", al punto de abrir sus listas a sus representantes para que estos ahora vayan al Congreso a hacer la suya, la del partido del campo privilegiado.
Mi posición de alejamiento, mi falta de identificación con todo lo que salía de boca de los radicales más conspicuos a nivel nacional y de sus repetidores, me llevaron no solo a buscar fuentes alternativas de información sino a leer y releer sobre la historia del radicalismo, viéndola con otros ojos, en algunos aspectos sentí confirmada mi decepción y mi vergüenza y en otros, sentí que había un radicalismo que estaba dejando de existir. Los políticos con cuyos discursos me sentí más identificada en estos años pertenecen a dos ex radicales: Carlos Raimundi (Solidaridad e Igualdad) y Silvia Vázquez (FORJA). Hasta me sentí más identificada con los posicionamientos de la centro-izquierda, el socialismo y el kirchnerismo que con los argumentos de los radicales, y ni TN, ni Clarín, ni La Nación y todos los otros medios que se dicen independientes, jamás pudieron convencerme de que estaba asumiendo una posición equivocada. Han perdido toda influencia sobre mi pensamiento y mi visión de la realidad.
Hace tiempo que quería explicar los motivos de mi alejamiento del radicalismo, que pronto será desafiliación, pero no encontraba las palabras para expresar de manera ordenada y contundente mis argumentos, no porque no existieran los motivos, creo que sobran, pero no me salía. Y eso me daba mucha impotencia, porque si algo me gusta en la vida es escribir, y no solo escribir historia.
Hasta que esta mañana al hacer mi habitual recorrida por los medios por los que trato de mantenerme informada (que incluye a los blogs de crítica de medios y a la blogosfera peronauta y nac&pop, la Radicalosfera pobrísima, más vergüenza me da aún), y de poder formar mi propia visión de la realidad y no la que me quieren imponer los grandes medios. Y en esa recorrida me encontré, hoy 13 de febrero, con esta nota de Luis Bruschtein, en la sección análisis político de Página/12, donde se expresan de manera clara y ordenada una serie de calificativos acerca de las actitudes del radicalismo que son absolutamente congruentes con mis razones y mi vergüenza. Por eso me apropio de una parte de su nota, y resalto los argumentos más contundentes.

"...Los posicionamientos del radicalismo y el ARI les dejan muy poco espacio para intervenir al centroizquierda antikirchnerista. El socialismo tiene una alianza con la UCR en Santa Fe que está obligado a mantener si le quiere ganar a Reutemann. Por más que Binner afirme que no será de la partida de Julio Cleto Cobos, el destino del socialismo tiende a repetir el camino de la Alianza como aliado del ala conservadora del radicalismo. Una demostración será el voto socialista en el Senado, entre la propuesta de Pino Solanas o la posición más a la derecha del radicalismo que expresa las políticas ortodoxas del neoliberalismo con relación a las reservas del Central. La más clara en ese sentido es Elisa Carrió, que ya dijo que no irá tras la candidatura de Julio Cleto Cobos a quien critica por su origen oficialista, aunque en el recinto coincida con las posiciones de la UCR.
Por ahora, la gran bestia blanca de la oposición sigue siendo el vicepresidente del gobierno al que se opone. Cobos hizo su aparición de campaña esta semana en la reunión de la cúpula de la UCR, ayer en San Nicolás. Como es el vicepresidente de Cristina Kirchner, no puede hacer un discurso opositor en público, pero como además es el principal opositor necesita aparecer como referente de esa oposición. Ese lugar oportunista arrastra a la UCR a una liturgia de mentirillas y engañapichangas que no se compadece con el lugar de principal fuerza de oposición. Por lo pronto, el centenario partido pierde así legitimidad para levantar desde la oposición el estandarte inmaculado de la institucionalidad, porque el lugar de Cobos es el que más daño les está haciendo a las instituciones. Es un lugar equívoco y engañoso que manda al tacho de la basura cualquier discurso de defensa de las instituciones.

Después de votar a favor del despido de Martín Redrado del Banco Central, Cobos necesitaba estar presente en la reunión de San Nicolás para aplacar las críticas de sus correligionarios y reafirmar su precandidatura para el 2011. A pesar de su linaje, Ricardo Alfonsín reconoció que el lugar de Cobos no era bueno, pero que era peor si renunciaba. La UCR en pleno le está reclamando ahora al vicepresidente que vote otra vez en el Senado contra el gobierno del que forma parte y rechace el Fondo del Bicentenario. Sería interesante saber qué hubiera pensado Alfonsín padre si su vicepresidente hubiera votado contra sus proyectos. La UCR estimula así como partido la falsedad ideológica en la gestión de gobierno. Acepta que su candidato siga siendo vicepresidente del gobierno al que se opone. Pero además le pide que traicione el espíritu de la Constitución. Porque el privilegio que tiene el vicepresidente para desempatar en el Senado se estableció para darle una pequeña ventaja al delegado del Poder Ejecutivo y no al vicepresidente como persona. La persona Cobos puede renunciar si no está de acuerdo con el mandato del Ejecutivo, pero el vicepresidente Cobos debe representar al Ejecutivo en el Senado.

Cuando Chacho Alvarez renunció como vicepresidente de Fernando de la Rúa, se lo criticó porque no pasó a la oposición con su partido, el Frente Grande. Pero nadie le pidió que se quedara para hacer oposición desde dentro. A nadie se le ocurrió hacer ese planteo porque a todos les hubiera parecido oportunista y desleal que lo hiciera. En este sentido, un peronista como Alvarez fue más respetuoso de las instituciones que lo que está siendo ahora el partido radical. Los viejos radicales protestaban siempre por el salvajismo del peronismo cuando estaba en el llano y muchos recordaban los paros de la CGT contra Alfonsín. Sin embargo, desde el retorno a la democracia hasta ahora, no ha habido una oposición política más desaforada y de vale todo como la que ha hecho el radicalismo en los últimos años, durante los cuales se opuso a todo lo que propuso el oficialismo, incluyendo muchos puntos que habían sido planteados con anterioridad por ellos mismos.

La desazón de muchos antikirchneristas por la pobreza de este escenario tiene alguna explicación o algo que se le parezca. Por lo pronto, es poco lo que puede aportar una oposición que se ajusta a la agenda de los grandes medios, porque los grandes medios obedecen, como corporación, a sus propios intereses. Intervienen en el juego político desde un lugar mucho menos legítimo que el de los políticos. Cuando los políticos subordinan su propia agenda de debate a otra que se maneja con reglas de juego diferentes, dejan de enriquecer a la política. El exabrupto y la puteada o la engañapichanga y las escondidas no son herramientas enriquecedoras aunque los grandes medios las consientan ahora y las estimulen porque les convienen". Hasta aquí la nota de Bruschtein. Gracias Bruschtein!

Clarísimo a mi criterio, por qué hoy, un radical puede y/o debe sentir legítima vergüenza.

Pienso en mi abuelo, que se fue cuando yo tenía solo 9 años, pienso en un abuelo que era radical siendo ferroviario, pero con un hermano más chico, peronista. Pienso en mi abuela que ya no está, profundamente antiperonista, principal promotora del clima en el cual crecí, obviamente, y que probablemente tuvo mucho que ver en mi afiliación a la UCR.

Pienso que es legítimo cambiar de posición cuando uno no se siente cómodo, no se siente representado, y además, cuando con ello no se hace daño a nadie. No se si siempre estuve equivocada, pero estoy convencida de que hoy, como viene la mano, estar en el radicalismo es estar en el espacio equivocado. No quiero ser parte del enemigo del que habló el diputado socialista Jorge Rivas, creo que en el futuro no me lo perdonaría.

2 comentarios:

  1. lo importante es saber estar del lado del pueblo, en busqueda de un pais mas justo.
    te lo digo de peronista a radical. y en esto sé que seguramente que coincidimos!
    saludos.

    ResponderEliminar
  2. Silvia, coincidimos totalmente, no tengas dudas. Gracias por visitar mi blog. Recién estoy animándome de a poco.

    ResponderEliminar